Bullying: Una trágica historia que marca vidas

El acoso, el Bullying, las exclusiones, las humillaciones, los insultos… Destrozan la autoestima de los niños y cargan en sus mochilas un peso que no pueden soportar. Destruye familias que cada día estamos impotentes ante una situación que nunca termina y ver a nuestros hijos en el fondo del pozo, da paso a una frustración que supera la calma y entonces… ¡Sabemos que tenemos que pedir ayuda!

El acoso, el Bullying, las exclusiones, las humillaciones, los insultos… Destrozan la autoestima de los niños y cargan en sus mochilas un peso que no pueden soportar. Destruye familias que cada día estamos impotentes ante una situación que nunca termina y ver a nuestros hijos en el fondo del pozo, da paso a una frustración que supera la calma y entonces… ¡Sabemos que tenemos que pedir ayuda!

Las personas vamos a lo nuestro, tenemos miedo de que algo nos salpique y miramos para otro lado en cuanto las cosas se complican. ¡Tenemos que cambiar esto! Puede que tengamos la suerte de que nuestro hijo esté acomodado en su grupo de amigos, de que las horas de patio sean su mejor momento del día y que su mundo, esté lleno de aventuras e ilusiones que comparte con compañeros de juego. Pero no todos los niños tienen la suerte de poder hacerlo. Sus días son un infierno, el colegio es su celda, los patios su tortura y solo cuando se quedan solos se sienten libres de humillaciones e insultos.

En lo que podamos, como padres, debemos ayudar a los niños que sufren, a veces es suficiente con hablar más con nuestros hijos. Hacerles entender que apoyar a la víctima es de valientes y que un día, se sentirán orgullosos de haber ayudado, o al menos, no haber contribuido al sufrimiento de nadie. El Bullying no entiende de quien, ni de cuando… Y cualquier día, cualquiera lo puede sufrir con sus propios hijos.

Los Educadores, los Centros Escolares… No puedo generalizar, como en todas las profesiones hay educadores que ponen el alma. Pero desde mi experiencia y desde la de otros muchos que han pasado o pasan situaciones como la mía, no encontramos ayuda en los profesores ni en los centros educativos.

Cada vez que yo hablaba con profesores, con la directora del centro, con la Inspectora de Educación, con policías, con intermediadores de familias… Nunca veían el problema. Frases como “ya se les pasará”, “es cosa de niños”, “no pasa nada” o “las cosas suceden fuera del centro, no podemos ayudarte”… Pusieron en jaque a toda mi familia.

Por favor, el acoso escolar, no es un juego ni es cosa de niños. Es una lacra que destruye familias. Si los que pueden hacer algo, no lo hacen, entonces como sociedad, estamos perdidos.